Ahora que los niños se hacen mayores, nuestra casa se está quedando pequeña y cada poco tiempo nos planteamos mudarnos.
Aunque me da muchísima pena cambiar de casa, lo cierto es que muchas noches me sumerjo en Pinterest en busca de ideas de decoración y fantaseando con la casa de mis sueños. La pintura de las paredes, el tipo de suelos, la organización de los libros, la decoración con fotografías, las piezas de rastros y desembalajes… todo es susceptible de ser pineado en mis tableros a la espera de aplicarlos en mi futura casa.
Lo que tengo clarísimo que volveré a hacer allá donde viva es pintar una pared entera de pizarra.
En su día pedimos que nos pintaran así una pared del salón, porque la habitación de los niños era muy pequeña y de esta forma les dábamos un poco más de espacio fuera de ella. Lo que no nos imáginabamos es que nos iba a dar tanto juego.
De hecho, creo que la historia de nuestra pequeña familia se puede contar a través de esta pizarra.
A lo largo de estos 6 años la hemos utilizado como fondo para nuestras sesiones de fotos familiares, como photocall de fiestas caseras y fondo para mesas de cumpleaños, como croma para nuestros montajes fotográficos, como elemento de decoración navideña y, por supuesto, como un gran lienzo donde nuestros hijos han plasmado su expresión artística y muchas horas de diversión.